martes, 16 de mayo de 2017

PREMIADOS CATEGORIA NARRATIVA 2017 - Ens. Básica

Isidora Henríquez
Séptimo básico
"Sin título"



Eran las 2:56 de la mañana.
No se oía nada excepto el crujido de unas botas mojadas, las botas de Marianne
Acababa de ir a dejar a su mejor amiga a su casa borracha solo porque la irresponsable había bebido más de lo que debía y había intentado saltar de una silla a otra bailando.
No podía creer lo irresponsable que era.
Marianne caminó por un callejón oscuro que, según su celular, era un atajo hacia su casa.
El callejón en verdad daba miedo. Era digno de una película de horror.
“Esta sería la parte en la que el asesino viene y me mata” pensó Marianne tomando su celular para ver si había otro camino que no le diera tanto. Lamentablemente su celular estaba muerto, sin batería por lo que debía seguir con esa ruta.
Tomó un desvío hacia la izquierda y se topó con el edificio que estaba a tres cuadras de su apartamento. Entonces escuchó los pasos.
Primero eran inteligibles, pero luego Marianne los escuchó con más claridad. Pasos de una persona, corrían detrás de ella.
Marianne apresuró el paso pensando que la iban a asaltar, pero su perseguidor pareció darse cuenta y empezó a correr tras ella. Lo que antes Marianne no había escuchado, ahora era inevitable que lo oyera.
Marianne corrió como si de eso su vida dependiera -lo cual era probable-. Corrió sin detenerse hasta llegar a su edificio. Entró en la recepción y, sorpresa, el portero no estaba. Marianne asustada corrió hacia el ascensor y apretó frenéticamente el botón hasta que se dio cuenta de que solo perdía tiempo. Las escaleras no se demoraban, solo cansaban mucho.
Subió los cinco pisos hasta llegar al departamento 578B. Sacó apresuradamente las llaves de su bolso cuando la luz súbitamente se apagó.
Marianne se dio vuelta asustada y se encontró cara a cara con un personaje extraño. Vestía una chaqueta oscura con la que no se le veía la cara
Ahí estaba él.
Su perseguidor.
Su asesino.
Marianne gritó cuando él se acercó hacia ella con malas intenciones. Entonces… Marianne despertó.
—Marianne por favor cálmate, solo era una pesadilla —decía su madre.
— ¿Qué? —Dijo Marianne con voz temblorosa — ¿Qué paso, dónde estoy?
Su madre se cruzó de brazos y le contestó algo enojada.
—Hasta donde yo sé estas en casa y tuviste una pesadilla, te pusiste a gritar como una loca y estoy segura que despertaste a la mitad del edificio.
—Entonces ¿no moriré? ¿No me van a secuestrar? —preguntó Marianne con voz ligera.
—Creo que no —contesto su madre—. Ahora necesito que vengas, los nuevos vecinos vinieron a presentarse y se alarmaron con tu griterío.
  —Ah, claro, déjame vestirme y voy —dijo Marianne poniéndose un chaleco encima de su pijama.
Marianne caminó hacia el comedor donde estaban sus nuevos vecinos cuando lo vio.
Estaba en la mesa conversando con su mamá, como si fueran amigos de toda la vida.

Pero no era un chico, era una chica que la saludó con efusividad, aunque en sus ojos había un dejo de maldad. 

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